martes, 23 de septiembre de 2008

Sintiendome

Acá me encuentro, experimentando las sensaciones mínimas aunque intensas de la vida.
Es así. Sintiéndome débil y frágil.
Tratando de superar los mandatos impuestos y casi genéticos y primarios de un superyo que sin dudarlo impone, impone e impone.
Un superyo que dice como es la realidad, aunque no sea realidad, y menos felicidad.
Un mandato místico que cae sobre el yo, acostumbrado a lidiar con la cotidianeidad y la imaginación, con lo apolíneo y lo dionisiaco.
Un yo en donde cae las responsabilidades de elegir aunque muy dentro sepa que no es su responsabilidad sino es la de uno que se encuentra mas atrás según la psiquis freudiana.
A veces, siento que vivo en el sueño, que ese sueño es realidad. Y otras, que ese sueño es realidad, sistematizada; entero caigo como el durazno que se rompe y sangra, mi ser sangra por dentro, y sabe de la existencia arcaica de una angustia que no es oral, sino una angustia perdida en el tiempo hace tiempo, una angustia muy profunda que me oprime tanto como oprime el superyo y que ahoga una libertad interior y unos deseos de embriaguez dentro de mi cuerpo y alma.
Es así. Sintiéndome débil y frágil.
Y ya casi no distingo esa angustia con la felicidad mundana, se estableció una interrelación entre angustia y felicidad de la cual es difícil escapar y correr. No busco no ser feliz, al contrario quizás sea algo que nunca encuentre o quizás si, al menos intento alcanzarlo a través de estas líneas.
Es luchar contra los molinos de viento convertidos en gigantes.
Pero al menos tengo un rocinante y varios sanchos que me ayudan en dicha pelea, y dan fuerzas que se transmiten hacia el interior donde se disputa la verdadera batalla.
Una batalla que también busca una verdad, por que la certeza da felicidad (tristemente), y al ser mundanos como somos, la certeza del hombre a saber que su poder se acrecienta da Felicidad. Poder que abarca desde cosas insignificantes hasta vidas y seres iguales.
Espero encontrar en la diosa Tear la catarsis posible; para sacar lo que llevo dentro, es decir, la angustia, lo racional, lo apolíneo, lo superyoiano y tantas otras verdades absolutas que empezaron a ser relativas en el instante en que dije que eran absolutas.
Es así. Sintiéndome menos débil y más fuerte.

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